LA EDUCACIÓN EN EL PROGRAMA DEL PSOE

El Partido Socialista ya ha presentado algunos trazos que marcarían el camino en materia educativa, si lograra la confianza de los ciudadanos en las próximas elecciones del 20 de noviembre.

             Durante las cinco legislaturas en las que ha gobernado, ha promulgado, entre otras, las dos leyes orgánicas que regulan, fundamentalmente, nuestro sistema educativo: La LOGSE y la LOE. Los informes internacionales, como PISA y de la OCDE, reflejan el puesto de cola que ocupa España por su abultado número de fracaso y abandono escolar.

             Entre las propuestas que ahora presenta el Partido Socialista está la de no financiar los centros que separen por sexo. Sobre este tema ya se han pronunciado, repetidamente en sentido contrario, los tribunales y existen acuerdos internacionales que nuestro país ha suscrito y debe respetar. No será fácil aplicar esa medida restrictiva si se quiere preservar el artículo 27 de la Constitución sobre libertad de enseñanza.

             Sobre la “flexibilidad” del Bachillerato en el sentido de que se curse por asignaturas, sin límite de años para aprobarlas, creo que encontrará dificultades de aplicación efectiva en los centros. Este sistema, propio de los estudios universitarios, requiere una estructura compleja tanto de medios como de profesorado. La misma reflexión operativa, valdría sobre la oferta obligatoria, pero de libre elección, de la sexta hora lectiva para alumnos con mayor dificultad.

             La propuesta de establecer un “MIR” para docentes con la intención de elegir a los mejores docentes, debe superar un análisis más profundo para establecer unos criterios que se ajusten mejor al fin que se propone con esta medida. La enseñanza precisa de habilidades difícilmente controlables en un  “MIR”.

             Tanto la gratuidad de los libros de texto, como el aumento de profesores nativos para potenciar el conocimiento de idiomas, son medidas que corresponden a las Comunidades Autónomas y lo deben hacer contando con los propios presupuestos. El gobierno central solo puede regular aquello que sostiene con una partida presupuestaria para un fin concreto.

             Las campañas electorales siempre nos dejan un reguero de buenas intenciones, donde los candidatos venden productos que no tienen, sueños que quedan siempre dormidos, intenciones escritas en letras de canciones sin partitura ni orquesta. La educación siempre ha contado con un lugar privilegiado en los discursos preelectorales. Nunca falta en el guión. Después,  solo basta un día postelectoral para esfumarse como algo residual, tanto en dotación presupuestaria, como en valoración de la tarea educativa.

             Mientras la educación se quede solo como telonero de mítines electorales y no llegue a ser una tarea tratada como asunto consensuado de Estado; mientras siga contaminada como arma arrojadiza para arañar votos, será una asignatura pendiente que no superaremos ni pasaremos de curso, por mucho que se repitan las elecciones generales.

 Joaquín Moreno Cejuela

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