Su comparecencia en la Comisión de Educación y Deporte levantó enorme interés entre los profesionales de la educación. Son muchos los frentes que se mantienen abiertos en torno a las aulas: la marea verde de funcionarios, el abandono y fracaso escolar abultados, los planes de estudios cuestionados, la convergencia en Europa, los escasos recursos , etc.
Coincidimos con usted en que el Pacto constitucional en materia educativa quedó plasmado en el artículo 27 de la Constitución y en que los dos pilares que sostienen este pacto constitucional son el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. Pero la verdadera libertad sin trato discriminatorio, por ahora, se queda en un mero postulado constitucional y no responde a una realidad consumada.
Tras el preocupante balance de resultados expuestos por usted: fracaso escolar (26 %), abandono escolar temprano (28,4 %); resultados PISA 2009 (puesto 26 sobre 34); excelencia (sólo un escaso 3 % de alumnos); repetidores (36 % de alumnos de 15 años) y desempleo juvenil (48,5 % frente al 22,3 % de media de la UE-27), indicó que estamos por encima de la media en dotación que los países más industrializados del mundo y, en cambio, esta inversión importante de recursos, ha sido ineficiente. Tiene usted razón: es una cuestión de resultados, no de recursos.
La Educación es el motor que más se retoca en la carrera social. No hay gobierno que se resista a la tentación de cambiar los planes de estudios, de introducir nuevas asignaturas, de modificar criterios, en definitiva, de enredar con la escuela. Los profesionales miramos a los gobiernos como el vendaval que, después de pasar, nos deja la casa totalmente revuelta. Experimentan sus ocurrencias y se van. No es de extrañar el desánimo creciente en el colectivo docente. No olvide, Sr. Ministro, que las transferencias en educación se han traducido en diecisiete sistemas educativos diferentes, lo que no es una riqueza, sino una pobre Babel irreconciliable.
Ahora Vd. nos presenta entre sus propuestas el Bachillerato, la ESO y FP de tres años; el bilingüismo generalizado; reconducir la controvertida asignatura sobre la ciudadanía y otros retoques que, dudosamente, puedan incidir significativamente en la calidad educativa . Falta, Sr. Ministro, revestir de presupuesto estas sugerencias y bajar a la arena a lidiar para que la faena salga redonda. Le sugerimos, además, recuperar espacios de libertad según el marco constitucional; apostar decididamente por la competencia leal y por la eficiencia; aumentar los niveles de calidad con las medidas que ya han funcionado; coordinar las políticas educativas, e introducir medidas que reduzcan los elevados índices de fracaso y abandono escolar basadas en el esfuerzo y la competitividad.
Le agradecemos su empeño por recordarnos la necesidad de volver a los valores como la perseverancia, el mérito, la satisfacción por el trabajo bien hecho, la autoestima, la responsabilidad o el respeto a la figura del profesor. Estamos convencidos de que estos y otros valores universalmente reconocidos, influirán positivamente en la formación de las nuevas generaciones. El máximo consenso político y social, ya inútilmente demandado con premura por su antecesor, sería la mejor garantía para recoger los frutos deseados.
Por nosotros no quedará la intención de expresarle nuestros mejores deseos de una feliz gestión. Por la cuenta que nos tiene.
Francisco Vírseda García y Joaquín Moreno Cejuela