REFLEXIONES DESDE MI TIZA
Por Joaquín Moreno Cejuela
No han tardado algunos padres en sumarse con sus hijos al carro de la algarada callejera que tanto anima nuestras ciudades. Era de esperar.
Llevamos mucho tiempo ocupando el vagón de cola en todas las evaluaciones europeas sobre educación. Algunos han pretendido igualarnos, rebajando el nivel y descuidando la cultura del esfuerzo, la disciplina, la superación y el respeto al profesor. La excelencia se ha considerado como un insulto arrogante frente a la mediocridad diseñada para todos. Los padres nunca antes se movilizaron para denunciar el fracaso y abandono escolar que hemos padecido y ahora que se va reduciendo, animan a sus hijos para que abandonen la clase y se sumen a la huelga. Seguro que este repentino fervor por la calle, nada tiene que ver con el drástico recorte que se ha aplicado a las Asociaciones de Padres en las subvenciones que generosamente recibían del Estado. Tras este impagable apoyo de los progenitores al abandono de las aulas, ¿qué autoridad moral tendrán esos padres para exigir a sus hijos una mayor responsabilidad ante los estudios? Los alumnos ya tienen la excusa perfecta para justificar su indolencia y su fracaso y para seguir deambulando por las calles con la pancarta al hombro. Ellos intentan estudiar pero “los malos” se empeñan en impedírselo – ¿A que sí, papá? – Sí, hijo, así es. El portavoz de Ceapa lo expresaba con su corazón desgarrado por el dolor: “Cada día es más difícil levantarse por la mañana, mirar a la cara a nuestros hijos y decirles por qué tienen que dejar de estudiar, por qué no pueden comer adecuadamente en el colegio y por qué no tienen libros gratis”. Esto de gratis, se repite con mucha alegría, como si los impuestos los pagasen los extraterrestres. Mientras tanto, es difícil encontrar a un alumno al que le falte un SmartPfone curioso. Cuando esos hijos sean mayores, serán ellos los que miren a la cara a sus padres y les pedirán explicaciones de por qué les dieron una pancarta en lugar de un pupitre y de un libro.
La principal responsabilidad de unos padres es la educación de los hijos. El consejo más apropiado es que acudan al colegio que es donde se continúa esa formación. Aquí se ha evidenciado que muchos padres han querido dar una patada al gobierno de turno en el culo de sus hijos. Se han convertido en sus “colegas” de algarada, al tiempo que sacuden a quienes les quitan la extra de navidad o les suben el IVA. Los alumnos más sensatos deberían haber aconsejado a sus padres que se alejaran de sus huelgas, porque les avergonzaba que les vieran juntos en estas circunstancias. El paternalismo, a ciertas edades, suele hacer el ridículo.
Al acabar el día, me sacudiré las manos manchadas de tiza y entre la nube de polvo que desprenden, pensaré que a los profesores ahora nos queda la “dulce” tarea de motivar a los alumnos para que muestren interés por el estudio, mientras en casa les animan a seguir en la calle gritando a los perversos ministros. ¡Y, además, nos hemos quedado sin la extra de Navidad!