Han pasado unos días desde el fallecimiento de José Luis Negro Fernández (1940-2024). La historia del desarrollo de la educación en España, en los primeros años del actual sistema constitucional, tiene como referente el trabajo y compromiso de José Luis Negro.
Primero como profesor de bata blanca y tiza en el Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid, creciendo en el laboratorio de física y química, que eran su especialidad y sobre las que realizó numerosas publicaciones como textos escolares y de investigación.
Más adelante fue, durante más de treinta años, decano y presidente del Consejo General de Colegios y decano de Honor del Ilustre Colegio Oficial del Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Comunidad de Madrid. Los que compartieron con él esta responsabilidad, destacan su “dedicación y elegancia inusitada, fue un referente de sabiduría y humanidad, un profesional insigne y un hombre culto, cordial y respetuoso”. Justo y buen epitafio para quien ha desgranado su vida para ennoblecer una profesión al servicio de la educación en libertad. Este empeño le llevó a recibir, entre otros reconocimientos, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.
Es muy destacable su interés en formar parte activa de un grupo pionero de profesionales que, a finales de los años setenta, se propusieron dignificar la labor docente ejercida en libertad, en igualdad de oportunidades y elección de centro. Este compromiso le ha acompañado toda la vida y lo ha sustentado en todos los cargos que ha desempeñado.
José Luis, gracias y honor por haberte conocido y tenido, compartiendo los valores en una noble tarea como es la educación independiente y de calidad.