Ojalá nunca fuera necesario celebrar un día reivindicativo como este, ni contra el cáncer, contra la pobreza, contra la guerra…Lo que supondría que estas desigualdades y miserias habrían desaparecido. Lamentablemente, hoy se debe denunciar, en algunas sociedades, un trato discriminatorio en aspectos concretos hacia la mujer.
Esta denuncia se puede hacer desde todos los ámbitos: en los medios de comunicación, en el trabajo y también en la calle. Lo importante es que la sociedad despierte, restituya y devuelva a la mujer el estatus y respeto que le corresponde y nunca debió perder. El problema hay que valorarlo en sentido amplio, exigiéndolo en todas las culturas y civilizaciones, aunque en el entorno más próximo esté superado.
La mujer tiene sobrados motivos para denunciar y defenderse de la discriminación a la que, a veces, se ve sometida. Lo más notorio, en nuestro entorno, es la penalización salarial derivada de la maternidad, la violencia machista, el comercio vejatorio y explotador. Por todo ello, se debe alzar la voz y exigir pasar de las palabras a los hechos en todos los ámbitos de la sociedad, a la vez que se regulan leyes justas e integradoras.
Algunas propuestas carecen de consistencia argumental. Una de ellas es la paridad de género en los cargos directivos o de representación social. Muchas mujeres ya se han manifestado en este sentido, exigiendo tener las mismas oportunidades para desempeñar unos puestos de responsabilidad por su valía y preparación y no por llenar un cupo que, por decreto, debe ser igualitario numéricamente. Flaco favor se les hace.
Existe un afán por retorcer el lenguaje y feminizar las palabras, aunque resulte un discurso tedioso para el oyente y para el lector. Es un atropello al diccionario y a la corrección lingüística. Un vocablo comprensivo, que valga indistintamente, para el hombre y la mujer, el niño y la niña, es más igualitario y más fluido. Lamentablemente, desde los organismos oficiales no se han atrevido a corregir esta insana corriente y, acomplejados, han promulgado leyes y dan discursos carentes de toda corrección lingüística. Es una manía torpe que nace de la ignorancia. El feminismo es algo más serio.
La defensa y promoción del derecho a la igualdad entre humanos, no es patrimonio de ningún sindicato ni asociación política. Estas organizaciones interesadas, se apresuran a empuñar las banderas de la causa feminista como si fueran los inventores y propulsores originarios. Ellos son los que tienen en sus manos el ser parte de la solución, empezando por la estructura de sus propios organismos y luego, promulgando leyes que promuevan y protejan los derechos que hoy dicen amparar.
El feminismo mal entendido, promueve un ataque al hombre por el hecho de serlo. Hoy es una jornada de felicitación, de exigencia y compromiso. Felicitación a las mujeres por ser un eje fundamental en el entramado social, a pesar de las trabas que la propia sociedad les impone. Exigencia y compromiso para promocionar un mundo donde hombre y mujer convivan en igualdad desde el respeto, la tolerancia y la complementariedad. Donde puedan mirarse limpiamente a los ojos sin el reproche que, en un día como hoy, nos avergüenza.
Joaquín Moreno Cejuela