Por Joaquín Moreno Cejuela
Los tribunales de justicia insisten en condenar a los centros escolares y, en algunos casos, a los tutores o maestros, por los daños accidentales que sufren los menores, cuando, por voluntad propia, se ausentan y viven la aventura estudiantil de lo que conocemos como “pellas” o “novillos”. El diccionario define al delincuente como “aquel que comete delito”. Ya lo sabes: hay que ponerse en guardia y procurar, como maestro, no delinquir por los “novillos” de tus alumnos.
Cada día te esfuerzas en superarte en tu trabajo, pero al entrar en clase, no te fíes. Si descubres una mesa vacía, ten mucho cuidado, y enciende todas las alarmas: puedes estar cometiendo un delito.