La lengua es el vehículo más eficaz que permite la comunicación y el entendimiento entre personas y pueblos. Siempre será una herramienta, un medio, no un fin en sí mismo. Es competencia única de los interlocutores (no de los políticos), elegir el medio por el que deciden entenderse mejor. Ese derecho se debe respetar desde la escuela. Tan injusto es entorpecer el desarrollo de una lengua (ya experimentado en tiempos pasados) como imponerla contra la voluntad de los interlocutores. La lengua es anterior a la política y los problemas surgen cuando ésta intenta someter y manipular a aquella en beneficio de sus intereses.
En este contexto, reproducimos la carta publicada en el diario La Razón en su edición del 9 de mayo.